Nos conocimos tan pronto... Mes de marzo, luna llena. Enredados en silencio,
la antípoda a una piedra
es mi cuerpo tembloroso,
en tus manos hechas hiedra. Hiciste algún gesto tonto,
yo sonreí o hice una mueca. - Vas a irte un día, lo sé
Y un día seré una muerta. Pasarían años fértiles,
los regamos con manguera. Tuvimos casa, pez, niños, te follaste a la niñera.
Y aunque aprendí a perdonarte no mereciste la pena.
Así que me fui lejos, lejos hasta el filo de la Tierra.
Y entendí: no hay de mi pecho la salida de emergencia.
Y te eché mucho de menos. Y recé a La Macarena:
- ¡Que me lleven por delante la alegría o las mareas!
Y aunque sí, me ahogué,
oí risas de sirenas.
Porque el tiempo es un cristal en forma de ocho y arena. Y te muestra varias cosas: siempre habrá playa y verbena, fiestas, cisnes, pelis, parques luces, cielo y gente buena. Y así nos desconocimos:
pleno enero, luna nueva.
Qué miedo tuve al olvido, qué miedo a hacerme vieja, a la extinción de Dios,
a tu memoria atea.
Y aunque siempre querré al Sol siempre habrá un millón estrellas. Y aunque no vuelvas, amor, soy, del amor, la manera. Fuimos infinitos juntos,
fuimos infinitos mientras.
Por sentir mil terremotos
pagó un buen precio Pangea.
Y hacerme mayor ya sólo creo que es no ser pequeña. Cuando tengas ochenta años: yo pasé como un cometa
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